Aunque este título es de 1989, se parece más en argumento a aquellos de mediados de los 80. Este juego es lo que Airwolf quiso ser y no llegó a ser. Estamos a bordo de un helicóptero y tenemos que destruir una serie de instalaciones enemigas. Hay 17 pantallas por las que iremos pasando, y en las que tendremos que destruir todos los elemenos que la componen antes de poder acceder a la siguiente. El manejo del helicóptero es muy intuitivo, aunque, por otro lado, en ocasiones resultan demasiado sensibles. Podemos disparar misiles, o bombas, las cuales describen una trayectoria diagonal y son para destrozar aquellos objetivos de difícil acceso. El helicóptero puede ir hacia delante o hacia atrás, arriba y abajo. Podemos repostar colocando el helicóptero encima de algunas plataformas, o recoger munición.

A nivel gráfico, goza de mucho colorido, y gráficos definidos, aunque de baja resolución, pero la verdad es que no hace falta más. El sonido es muy bueno, así como las melodías de las que consta el juego, que acompañan al nivel de los gráficos. El scroll es suave, y la adicción que el juego provoca en bastantes momentos es muy alto, ya que la jugabilidad resulta también muy alta. Sin embargo, el hecho de que no tenga final y que la pantalla Q sea la última, e irresoluble, le resta un poco de puntuación. Uno se puede volver loco intentando colar las bombas, sin obtener ningún resultado.

Movimientos:

Izquierda, Derecha, Arriba y Abajo.
Con el disparo pulsado:
arriba: bomba arriba
abajo: bomba abajo
adelante: misil
atrás: recular rapidamente

Muy recomendable jugar con vidas infinitas, pues nuestras propias bombas nos dañarán.